miércoles, junio 25, 2014

Paz, encuentro, evolución, sentido

Este es un mail que recibí de Carolina Grekin Garfunkel, "amiga de facebook". Quise inmortalizarlo en mi blog, porque me pareció digno de ser difundido. Una mirada muy aguda y elegante a la encrucijada de nuestro tiempo; y, por ello, también inspiradora. Muchas gracias Carolina.




Esta es una caricatura en extremo interesante. 

Una sociedad "square" no puede pretender que camina hacia la paz, porque entiende a la paz sólo como ausencia de guerra, tal si se tratara de un estado inerte, sin el entretejer de fuerzas opuestas que caracteriza a lo vivo. Una sociedad square solo quiere proteger sus límites, el statu quo.
No corresponde que aspiremos a la paz de los cementerios si es que entendemos que la evolución es la ley de la vida. Hemos de aspirar a la paz como el estado de equilibrio inestable que, en verdad, es. Las divergencias entre los seres humanos provocan algún grado mayor o menor de caos que hemos de aceptar y agradecer como una suerte de oportunidad para que la evolución pueda desarrollarse. Esto requiere de una sociedad, de una cultura que se va construyendo hacia el amor, el amor por la naturaleza, por los seres humanos, por la vida, por la diversidad. Una sociedad que estimula la creatividad y se abre con asombro y gratitud ante las múltiples y diferentes manifestaciones del espíritu. Una sociedad que puede imaginar círculos, además de cuadrados. ¿Cómo se trabaja hacia ella?

Lo que llamamos "cultura" es la trama de pensamiento, sentimiento y voluntad plasmada en ciencia, arte, religión y todas las demás manifestaciones del ser humano. El estado de la cultura, en estos momentos del devenir de la humanidad, es el reflejo, por una parte, y el motor, por otra, de lo que nos está ocurriendo interiormente... y de lo que seguirá ocurriendo para peor, o para mejor. Si nada hacemos, será para peor; si hacemos lo correcto, la humanidad entera dará un salto cualitativo. ¿Y qué es lo que tenemos que hacer? Pienso que, para empezar,  aprender  a mirarnos a nosotros mismos con honestidad; dejar de contarnos cuentos y aceptar que nuestros motivos para actuar están teñidos de egoísmo. Aprender a reconocer en nosotros los fuertes impulsos destructivos que nos alejan de lo que es bueno y correcto; darnos cuenta que ni siquiera tenemos claro ni deseamos empaparnos de lo que son los ideales que nos harían desear movernos hacia el bien y la verdad. Reconocer que la sociedad, en su enfermedad, nos muestra aquello que vive en cada uno de nosotros. Dejar de criticar al otro y comenzar a cambiar uno mismo. Autoconciencia, vocación hacia el bien y la verdad, respeto y tolerancia hacia el otro y por la diversidad, compasión con el desposeído y el vulnerable, capacidad de perdonar.

En una sociedad square el hombre mejora para sí mismo. En una sociedad donde podemos acoger el círculo, cuando un ser humano adelanta, adelanta toda la sociedad.

Esta caricatura nos invita, por ejemplo, a remitirnos a la imagen que en el siglo XV (antes de 1492) se tenía de la Tierra: cuadrada. Y entonces, se entiende que pensaran que se llegaba a un determinado lugar en el océano, después del cual solo quedaba enfrentarse al abismo. Eso frenaba el afán aventurero de surcar los mares más allá de lo conocido. Un globo terráqueo redondo no te lleva a crear tal imagen; por el contrario, te invita a extender tus alas. Te invita a expandir tus límites y a mirar el mundo como un todo integrado. También te invita a pensar la libertad y la responsabilidad. La libertad es un "ir siempre hacia"; no es una condición congénita y permanente como sí lo es el "libre albedrío": hay que desear caminar hacia ella. Una mente cuadrada no puede siquiera concebir tal cosa. Una mente square solo puede concebir el statu quo como objetivo que debe ser defendido a toda costa y la paz, por consiguiente, como mera ausencia de guerra (en tanto el respeto de los límites no sea cuestionado). 

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